lunes, 15 de noviembre de 2010

CUIDADOS Y MANTENIMIENTO

Luminosidad: Las orquídeas, en general requieren la mayor cantidad posible de luz, pero no pueden estar expuestas al sol directo so pena de sufrir graves quemaduras en las hojas. Las plantas expresan un lenguaje claro, cuando presentan hojas muy amarillas indican que están recibiendo mucha luz, si por el contrario tienen hojas demasiadamente verdes es que la luminosidad es muy escasa. Una orquídea bien cultivada, que reciba una optima cantidad de luz, tendrá en sus hojas un color verde amarillento y de consistencia dura y firme. Una concentración de pigmentos rojo y púrpura (antocianinas) en los seudobulbos y hojas es indicación de buenas condiciones de luz. La aparición de exudaciones de azúcar en los nuevos crecimientos o también en las vainas florales demuestra que la producción de azucares en la planta es normal e indirectamente señala condiciones satisfactorias del cultivo.

Agua: Para el cultivador el agua debe manejarse bajo dos aspectos: humedad y riego. Las orquídeas requieren una humedad relativa ambiental que puede fluctuar alrededor del 50%, es tan perjudicial un ambiente totalmente húmedo como uno totalmente seco. La humedad relativa del aire varia inversamente con su temperatura, es decir que si la temperatura sube, baja la humedad relativa del aire y seca las plantas al evaporarse el agua. La alta humedad es deseable, pero esta puede favorecer la condensación cuando baja la temperatura y puede producir la pudrición de las raíces de la planta. En cuanto al riego, debe realizarse solo cuando las plantas lo necesiten y no porque deba hacerse cada tantos días. Generalmente es conveniente regar las plantas toda vez que el medio de siembra este casi seco y siempre en horas de la mañana.Es importante sacar a relucir la necesaria cualidad de buen observador que debe tener un exitoso cultivador. Siempre recordemos que más plantas han muerto por exceso que por defecto.

Aire: Todas las plantas requieren del aire para su supervivencia y este debe ser libre de contaminación. El aire puro y en continuo movimiento contrarresta el calor que genera el astro solar, reduciendo la posibilidad de enfermedades fungosas o bacterianas.

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